“Dr: esa viejita fue el amor de nuestras vidas y la que nos llenaba la casa”.
Todos conocemos a una paciente así.
Revisé a una paciente muy joven pero llena de muchas experiencias. Tenía la piel suave, delgada y llena de años en forma de arrugas. Solo hacía unas pequeñas muecas al escuchar a sus hijas y a su cuidadora, una mujer de 50 años de vida y 40 años de estar cuidándola. Me llamaron porque pensaron que la Señora Mariela estaba agonizando y querían saber si organizaban las diferentes llamadas para alertar a los familiares fuera del país.
- ¿Será que está cerca su muerte, Dr?, me preguntaban todos.
No con el afán, que algunas veces se ve en caras de muchos familiares donde el hastío se nota en cada pregunta que responden en una consulta, no. Tenían cara de no querer despedirse tan pronto.
Ese tan pronto eran 101 años de vida.
- 101 años de amor, Dr. Me decía su hija.
No, respondí.
Ella no fue a caminar junto a su esposo ya fallecido hace varios años. El amor continua.
Mario Villarreal Lascarro
Médico Internista
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